El desarrollo de cultura indígena en la costa de Jalisco, municipio de Puerto Vallarta

Joseph B. Mountjoy

2003

Introducción

   Para poder discutir el desarrollo de cultura indígena a través del tiempo, esta presentación está organizada en seis fases cronológicas/culturales, desde la más temprana hasta la más tardía.  Los nombres asignadas a las fases, excepto uno, son nombres locales del Valle de Banderas, la excepción es Aztatlán cuya nombre designa una tradición arqueológica regional en la costa del Occidente.  Se presenta también un rango de fechas para cada fase, así como una correlación de las fases locales con los períodos generales del desarrollo de cultura prehispánica en Mesoamérica.  Tanto las características culturales de cada de las fases que se presentan, como las fechas asignadas a las fases, son tentativas, sujetos a cambios en el futuro al conseguir nuevos datos de análisis todavía en proceso.

   Sin embargo, la perspectiva que se ofrece aquí está basada en siete proyectos arqueológicos de campo que tuvieron lugar a través de nueve años (1986-1994), investigaciones que resultaron en el registro y el estudio de 106 sitios arqueológicos en el municipio de Puerto Vallarta, más otros 5 sitios adicionales que fueron registrados en años posteriores a 1994.  Se hizo un mapa o croquis de 78 de estos sitios. En adición al material arqueológico encontrado en la superficie de los sitios, se recuperó material arqueológico de aproximadamente 90 excavaciones de diversos tamaños en 27 de los 111 sitios.

   Para el control cronológico de las fases se cuenta con 13 fechas de radiocarbono obtenidas de carbón encontrado en excavaciones controladas, así como correlaciones de la cerámica prehispánica local (tiestos y figurillas) con tipos de cerámica decorada y estilos de figurillas encontrados en otros sitios arqueológicos a lo largo de la costa, al norte y al sur del municipio de Puerto Vallarta, y en muchos casos fechados por muestras de carbón asociadas (Tabla 1).

   Las fases cronológicas/culturales de la más temprana a la más tardía con una breve explicación de la cerámica decorada más común (organizada en macro-tipos), las figurillas, la lítica, y algunos otros rasgos sobresalientes son las siguientes:

Ixtapa Temprano (600 a.C. a 300 a.C.) [Preclásico Medio]

   La gran mayoría de la cerámica no tiene decoración, pero la cerámica decorada es casi totalmente pintada de color monocromo, la mayoría en color rojo o anaranjado (Figura 1), aunque rara vez la pintura es de un tono rosa igual al tipo San Blas Rosada encontrada en depósitos fechados al Preclásico Medio en la zona de San Blas, Nayarit (Mountjoy 1974).  Una forma común en el municipio de Puerto Vallarta es la de una jarra u olla con una boca muy ancha, un cuello ancho y largo, y un cuerpo relativamente chico y con el fondo exterior en la forma de una calabaza (Figura 2). Además, hay algunas vasijas tipo cajetes, y unos pocos tecomates.  Esta cerámica es muy difícil identificar fuera de un contexto estratigráfico, pero a veces se puede identificar por el color de la pintura, la forma, y especialmente la pasta que es bastante burda y tiende a tener desgrasante de fragmentos grandes y angulares de cuarzo lechoso.  Las figurillas se distinguen por una cabeza deformada en forma tabla-erecta, el rostro sumido, cejas que se unen con la nariz, y ojos de pastillaje "blindados" (Figura 3).

   Se desconoce la forma de los utensilios de piedra para moler durante esta fase. Sin embargo, en un solo sitio (PV-28) hay cantidades apreciables de puntas de proyectil chicas y muy alargadas y delgadas de obsidiana que posiblemente fueron utilizadas en la punta de lanzas o de atlatl para pescar en las lagunas cercanas.  El análisis por activación de neutrones de 35 lascas de obsidiana de esta fase indica aprovechamiento de obsidiana de un rango amplio de fuentes.  El 40% de la obsidiana proviene de cuatro diferentes fuentes desconocidas, y de las demás lascas el 26% provienen de obsidiana encontrada en Ixtlán del Río, Nayarit, el 17 % de Teuchitlán, Jalisco, el 14% de La Lobera, Jalisco, y el 3% de Huitzilapa, Jalisco. (Glascock, et al. 1997).

Amparo (300 a.C. a 300 d.C.) [Preclásico Tardío]

   La cerámica decorada y diagnóstica de esta fase incluye principalmente dos tipos. Un tipo es Tuxcacuesco Inciso (Figura 4) que fue definido por Kelly (1949) en la zona de Tuxcacuesco, en el altiplano occidental de Jalisco y que es ampliamente distribuido a lo largo de la costa de Jalisco (Mountjoy 1995a).  Este tipo en el municipio de Vallarta comúnmente tiene en el exterior de vasijas sin pintura o con pintura roja o anaranjada decoración incisa que consiste en triángulos o diamantes rellenadas con incisiones cruzadas.  Una variante, posiblemente más tardía tiene decoración incisa del mismo estilo en el interior del labio extrovertido de un cuenco.  Otro macro-tipo es Amparo pintado (Figura 5), que es muy semejante a cerámica encontrada en el sitio de La Pintada en el valle de Tomatlán (Mountjoy 1995), hasta el complejo Ortices en Colima todavía más al sur, en la tumba de tiro de Huitzilapa en el altiplano al oriente (López y Ramos 1998).  En el municipio de Vallarta este tipo incluye decoración rojo/crema, negro/crema, rojo y negro/crema, y negro/rojo, y la decoración comúnmente consiste en líneas anchas diagonales o verticales pintadas sobre un engobe crema en el exterior de cajetes o cántaros.  Hay un poco de decoración de estilo semejante pero de rojo sobre el color natural de la pasta.  Nosotros también hallamos en depósitos de esta fase, aunque en cantidades menores, un tipo conocido en Nayarit por el nombre Ixtlán Policromo así como algunos fragmentos de Ixtlán Blanco/Rojo (Mountjoy 1970a; 1970b).  Hay figurillas grandes y huecas (Figura 6), así como chicas y sólidas (Figura 7), todas semejantes a figurillas que se han encontrado en tumbas de tiro y bóveda en otras zonas del Occidente.  También hay silbatos en forma de animales, por ejemplo, perros (Figura 8).

   Los metates son de tamaño mediano y comúnmente tienen cuatro patas.  La única piedra con petroglifos que posiblemente pertenezca a esta fase es la piedra encontrada en el sitio PV-62 que se puede interpretar como la representación de un ave (guacamaya) en su función de mensajero entre los humanos en la tierra y el dios solar en el cielo (los símbolos del sol en la cima de la peña) (Figura 9).  Encontramos casi puras lascas de obsidiana, pero una gran parte de esta obsidiana es de un color verde claro bastante distintivo.  Analizamos tres lascas de esta obsidiana verde y procede de una fuente de localización todavía desconocida (Glascock, et al. 1997).

Reparito (300 d.C. a 600 d.C.) [Clásico Temprano]

   El macro-tipo de cerámica decorada más identificable es el tipo Reparito.  Este tipo consiste en decoración en rojo, negro rojo y negro, negro y blanco, rojo, y negro y blanco, toda sobre un engobe de color anaranjado.  Esta decoración esta aplicada en el interior de cuencos (Figura 10) (Figura 11) y el exterior de cántaros (Figura 12) que a veces tienen la forma de una calabaza.  Ésta cerámica esta relacionada con los tipos Gavilán Policromo de Amapa, Nayarit (Meighan 1976) y Los Cocos Policromo de la zona de San Blas, Nayarit (Mountjoy 1970b, 1990b).  Las figurillas, sólidas o huecas, parecen ser relativamente chicas comparadas con las figurillas de la fase Amparo.

   Enterramiento en tumbas de tiro y bóveda persiste en esta fase.  Las tumbas que conocemos de primera mano son relativamente chicas y de forma bota o botella.  Las ofrendas depositadas en las tumbas, aparte de las vasijas de cerámica y figurillas, incluyen malacates de cerámica puntas grandes de dardos o lanzas de obsidiana lascadas bifacialmente y espejos de pizarra incrustada con piritas de hierro.  Juzgando por el estudio que nosotros hicimos del sitio PV-45, hay dos cosas de piedra que probablemente entraron en uso durante esta fase, si no en la fase Amparo.  Una es el mazo (Figura 13), llamado localmente "cachiporra", que según parece los indígenas utilizaron para machacar semillas del árbol capomo.  Para esta actividad la gente veces usó morteros formados en peñas, morteros que a veces miden casi un metro de diámetro y casi medio metro de profundidad.  La otra cosa de piedra posiblemente nueva es el horcón (Figura 14).  Los horcones posiblemente sirvieron en las casas para sostener los palos de una cama para elevarla sobre el nivel del piso.  La gente seguía usando metates que tenían cuatro patas.

   Parece que la forma de las casas durante esta fase, y probablemente durante la fase Amparo fue cuadrada.  En el sitio PV-75 hay un centro ceremonial circular tipo "guachimonton" que es muy común en la zona alrededor del volcán Tequila cerca de Etzatlán, Jalisco (Weigand y Beekman 1998) que aparentemente pertenece a esta fase. Otros posibles centros ceremoniales relacionados a este tipo de construcción circular incluyan un centro ceremonial circular en el sitio PV-85, y un centro ceremonial semicircular en el sitio PV-96.

Llanitos (600 d.C. a 1100 d.C.) [Clásico Tardío]

    Esta fase es muy difícil caracterizar en términos de la cerámica.  Hay dos tipos decorados comúnmente asociados con depósitos de esta fase.  Uno es de decoración sencilla de líneas anchas de color rojo/bayo (el color natural de la pasta) en cuencos o cántaros.  El otro tipo es un cajete con el labio grueso y el cuerpo y fondo extremadamente delgados, y la superficie tiene líneas finas, diagonales y paralelas, como si la superficie ha sido cepillado mientras la pasta estaba todavía fresca.  Un tipo semejante ha sido encontrado en sitios en la frontera de Jalisco y Colima en depósitos fechados a 600 d.C. o posterior (Meighan 1972).  La cosa de cerámica más diagnóstica es el estilo de figurillas (Figura 15).  Son figurillas planas, aparentemente hechas en moldes, pero los ojos y la boca fueron formados por puncionados, y la nariz se parece a un hocico de puerco.

   Según el estudio que nosotros hicimos en el sitio PV-25, parece que al final de esta fase, posiblemente la gente de esta zona empezó a utilizar algunos comales y molcajetes de cerámica, así como algunas navajas prismáticas de obsidiana.  Se atribuyen los sitios PV-19, PV-20 y PV-21 a esta fase, aunque la cerámica es muy escasa en estos sitios.  Cada uno de estos sitios incluye por lo menos una estructura ceremonial tipo pirámide, y una pirámide ceremonial encontrado tapada con una pirámide más grande de la fase Aztatlán en el sitio PV-1 parece pertenecer a esta fase.

   De las siete lascas de obsidiana que analizamos que posiblemente pertenezcan a esta fase, seis (el 86%) provienen de yacimientos desconocidos, y una lasca es de la fuente en Huitzilapa, Jalisco (Glascock, et al. 1997).

    Debido a un trabajo de rescate que hicimos en 2001 en el sitio PV-111, recuperamos más datos sobre la fase Llanitos.  En este sitio investigamos un horno prehispánico que fue utilizado para hornear cerámica Llanitos Royo/Bayo.  Una amplia muestra de carbón recogida del horno nos dio una fecha de 680 a.C. + 50 años, calibrada a 660 d.C. a 880 d.C. con la certeza del 95%.

Aztatlán (1100 d.C. a 1300 d.C.) [Postclásico Temprano]

   Como en el caso de otras fases arqueológicas, se presenta un rango de fechas adentro del cual se pueden colocar los restos encontrados. En el caso particular de la fase Aztatlán, es importante subrayar el hecho que las fechas de radiocarbono son tan parecidas que puede ser que esta fase haya durada sólo 50 o 100 años en la zona del estudio. 

     De los sitios estudiados en el municipio de Puerto Vallarta tenemos cinco fechas de radiocarbono de contextos excavados sobre restos Aztatlán.  Las fechas centrales no calibradas varían entre 1140 d.C. a 1160 d.C. (Tabla 1), y el rango de una desviación stándard va de 1060 d.C. a 1240 d.C.  Con el ajuste de la calibración a la confianza del 95%, todas las fechas caen dentro del rango de 1025 a 1390 d.C., y las fechas de intersección con la gráfica de dendrocronología varían de 1225 d.C. a 1255 d.C. (Tabla 1).  Así, el empiezo de la fase Aztatlán debe caer alrededor de 1100 a 1150 d.C. y el final de la fase alrededor de 1250 d.C. a 1300 d.C.

     En comparación con las fases anteriores, esta fase es muy fácil de identificar por su cerámica decorada.  La cerámica Aztatlán en términos de un macro-tipo o categoría consiste en decoración principalmente de rojo/bayo (color natural de la pasta) (Figura 16).  Menos común es la decoración negro/bayo y bayo inciso (Figura 17).  Todavía menos común es decoración rojo inciso/ bayo (Figura 18) y rojo y blanco inciso (Figura 19).  Lo que une a todos estos tipos es el estilo de decoración que consiste siempre en una banda de diseños geométricos que circula la vasija debajo de la boca, en el exterior de cántaros y el exterior o interior de cajetes.  La pasta también es distintiva, siendo relativamente fina, homogénea y sin desgrasante obvio.  A menudo los cajetes funcionaron como molcajetes, juzgando por las incisiones paralelas encontradas en el fondo interior.  Las vasijas puedan tener patas huecas con bolitas de cerámica adentro haciendo que sonaban.  La cerámica ceremonial incluye incensarios cilíndricos decorados con apliques puntiagudos aparentemente en imitación del árbol Ceiba, en su etapa juvenil (Figura 20).  Otros incensarios tienen la forma de un sartén (Figura 21).  Las figurillas de cerámica son del tipo Mazapán (Figura 22), ampliamente conocido en el Occidente y relacionado con la cultura tolteca del altiplano central de México.

   El utensilio de obsidiana más característico es la navaja prismática de obsidiana que aparece en abundancia durante esta fase (Figura 23).  El análisis de 20 de estas navajas prismáticas por activación de neutrones demuestra que el 65% de ellas son de obsidiana de la fuente localizada en La Joya, Jalisco.  Otro 15% de las navajas son de obsidiana de la fuente en Ixtlán del Río, y el 20 % restante proviene de fuentes todavía no localizadas.  No todas las navajas fueron importadas, porque encontramos unos pocos núcleos desgastados de que fabricaron navajas prismáticas en sitios locales.  Otra cosa que es nueva durante esta fase es la utilización de estelas de piedra, algunas fabricadas y otras por la forma natural de la piedra, se cree para ceremonias relacionadas con observaciones solares.

   Hay cimientos de casas cuadradas en esta fase, así como algunas grandes construcciones ceremoniales, incluyendo tres pirámides de siete u ocho metros de altura en el sitio de PV-1, así como plataformas ceremoniales más chicas, una cancha para el juego de pelota, un montículo con estelas asociadas, y un panteón para enterrar la gente elite.  El sitio PV-61 es otro sitio ceremonial principalmente de esta fase, y que incluye construcciones tipo pirámide, una cancha para el juego de pelota, y estelas.  Una de estas estelas tiene petroglifos formando un rostro con penacho en un extremo de la piedra.  Otro centro ceremonial que posiblemente sea de esta fase es una gran estructura cuadrada localizada en el centro del sitio PV-75, al oriente del centro ceremonial circular.

Banderas (1300 d.C. a 1600 d.C.) [Postclásico Tardío]

   La cultura de esta fase tiene raíces obvias en la fase Aztatlán, y probablemente resultó de una hibridización entre la cultura local (Llanitos) que existía en el valle cuando fue colonizado por gente de la cultura Aztatlán.  Hay cerámica rojo/bayo (Figura 24) y negro/bayo (Figura 25) que parece demostrar una transición estilística entre la cerámica Aztatlán y la cerámica de la fase Banderas.  La cerámica Banderas es un macro-tipo o grupo que consiste en vasijas que tienen una pintura base de un color anaranjado-cafecito tan distintivo que se puede identificar en vasijas pintadas solo de este color (Figura 26).  Sobre esta base de color anaranjado hay pintura de negro y/o blanco, muchas veces en una banda delgada ligeramente parecida a la banda ancha de decoración característica de la cerámica Aztatlán (Figura 27).  Algunos cajetes tienen fondo de molcajete y las incisiones no solo son muy profundas, sino también se extiendan desde el centro del fondo hacia arriba hasta la banda de decoración pintada.  La pasta es semejante a la pasta de la cerámica Aztatlán, pero parece haber sido expuesto a más calor de cocción porque tiende a tener un centro menos negro que la cerámica Aztatlán.

   Otros tipos de cerámica que se encuentran en depósitos de esta fase incluyan ollas con acanaladas en el cuello paralelas a la boca y el hombro de la vasija.  Son ollas parecidas al tipo Nahuapa Acanalada en el valle de Tomatlán, Jalisco (Mountjoy 1982), así como a ollas encontradas hasta la frontera entre Jalisco y Colima.  Yo he sugerido que estas vasijas sirvieron para transportar algo como sal o miel en comercio que tuvo lugar a lo largo de la costa de Jalisco (Mountjoy 1997).  En cantidades mucho menores hallamos una cerámica decorada en negro/bayo (Figura 28) que es tan idéntica a cerámica aparentemente fabricada cerca de Santa Cruz, Nayarit (Mountjoy 1970a; 1970b), al sur de San Blas, que probablemente se trata de cerámica de importación.  Las figurillas de cerámica de la fase Banderas son muy distintivas (Figura 29), hechas en molde y pintadas con el mismo color anaranjado que es tan característico entre las vasijas.

   Hay menos navajas prismáticas de obsidiana durante esta fase, como si la red de distribución de núcleos o navajas que existió en la fase Aztatlán se desbarato en esta fase.  Los metates no tienen patas.  Tienen la forma de un abrevadero formado en una piedra grande, comúnmente de tipo granito. Ésta forma está localmente conocida como el metate "güilance" (Figura 30).  Hay evidencia de una industria local de fabricar joyería de piedra serpentina de diferentes colores (Figura 31) durante esta fase en una parte del sitio PV-1, en PV-29, y en PV-99, aunque es posible que esta industria de joyería haya empezado en esta zona durante la fase Aztatlán.  El uso de estelas rústicas continua durante esta fase (Figura 32), y estas estelas se encuentran aún en centros ceremoniales chicos en áreas relativamente remotas.  Parece que durante la fase Banderas la gente local empezó a fabricar esculturas (Figura 33), a veces hermafroditas, de un estilo muy semejante al estilo "base de espigo" encontrado en Honduras y Costa Rica (Mountjoy 1997).

   El patrón de construcciones ceremoniales consiste en una plataforma baja, rectangular y larga, enfrente de la cual ha sido construido un montículo cónico.  En el sitio de Ixtapa (PV-1) hay varias construcciones ceremoniales, incluyendo un montículo bajo y cónico (estructura #6) cubierto con fragmentos de cajetes chicos y incensarios burdos tipo sartén, y un conjunto típico de un montículo cónico (estructura #15) enfrente de una plataforma rectangular y larga (estructura #16).  Además, hay una plataforma chica (estructura #2) en la cima de los restos de un montículo Aztatlán alrededor de la cual gente de la fase Banderas colocó ofrendas de cerámica con huesos de infantes cremados.

   En cuanto a las estructuras domésticas, es posible que todas las casas circulares que encontramos en sitios habitacionales pertenezcan a la fase Banderas.

   En seguido se presenta una explicación más amplia de cada una de las seis fases arqueológicas encontradas en el municipio de Puerto Vallarta, enfocada en los sitios o depósitos excavados que más contribuyeron a la definición de cada fase.  Los sitios descritos, depósitos excavados y artefactos encontrados son accesibles a través de los mapas de los sitios y el texto que los acompaña los mapas y que contiene eslabones con ilustraciones fotográficas.

Ixtapa Temprano (600 a.C. a 300 a.C.) [Preclásico Medio]

   Encontramos restos de esta fase primero en un depósito arqueológico debajo del montículo #1 en el sitio de Ixtapa (PV-1).  Este montículo había perdido más de la mitad de su volumen por haber sido utilizado como banco de material para varias obras de construcción, quedando al fin como un pastel rebanado hasta más de la mitad.

   Excavamos una trinchera al pie del perfil descubierto por las obras mencionadas, pasando hacia abajo por lo que había quedado de la base de la primera etapa de construcción: cantos rodados colocados en argamasa de arcilla, y relleno de tierra.

   Debajo del material de construcción, encontramos una capa de tierra negra, su color debido a una alta concentración de carbón, y muchos fragmentos de cerámica.  Esta capa parece haber quedado de la obra de desmontar y emparejar del terreno para construir una plataforma ceremonial.  Debajo de la capa negra hallamos un depósito arqueológico mucho más antiguo, de la cual obtuvimos una muestra de carbón que fechó 300 a.C. + 80 años, calibrada a 415 a.C. a 100 a.C. con el 95% de certeza.

   En este depósito encontramos áreas de concentraciones de fragmentos de cerámica.  En una de estas áreas hallamos casi toda la cabeza de una figurilla de un tipo anteriormente encontrado en San Blas, Nayarit en un depósito que descansa sobre un depósito arqueológico que ha sido fechado allá entre 820 a.C. a 380 a.C. por carbón extraído de conchas (Tabla 1).

   En otra concentración de fragmentos de cerámica hallamos los restos de lo que pudo haber sido una ofrenda depositada con un entierro, posiblemente de un infante.  Hallamos unos pocos fragmentos de huesos aparentemente humanos, pero el suelo contiene un ácido tan destructivo que tal vez por eso los huesos no se conservaron bien.  De este conjunto de material recuperamos los restos de unos cántaros pintados en color rojo o anaranjado.  La forma de estos cántaros es muy rara: la boca de las vasijas es muy grande, casi el mismo diámetro que el cuerpo, y la boca y el cuello se constituyen dos terceros o más de la vasija completa, dejando muy poco de la vasija que se puede considerar el cuerpo y la base.  Esta forma solo se conoce en el Occidente de México en la tradición Capacha de Colima (Kelly 1980).  Sin embargo, la base de cada vasija estaba sumida en forma de calabaza, una característica común en los cántaros de la tradición Tumba de Tiro en Nayarit.

   En asociación con los fragmentos de los cántaros, encontramos la figura sólida de un perro chico de barro mal cocido, y una figura hueca tipo sonaja, de una persona sentada con las piernas cruzadas y agarrando un cuenco en las manos.  La figura humana tenía un hoyo en cada hombro para poder colgarla.  Ambas figuras parecen representar en forma chica y rústica tipos de figuras más grandes y de mejor calidad que fueran comúnmente enterradas posteriormente en tumbas de tiro y bóveda en Nayarit, Jalisco y Colima.  Así tanto las vasijas como las dos figuras parecen representar una transición entre la tradición Capacha de Colima y la de Tumba de Tiro de Nayarit.

   Fragmentos de figurillas y tiestos de vasijas de cerámica de los mismos tipos encontrados en este depósito Ixtapa Temprano debajo del montículo #1 se han encontrado en otras excavaciones en el sitio de Ixtapa, por ejemplo en la excavación que se hizo en el montículo #5.  Esto indica una extensión bastante amplia de habitación en Ixtapa durante esta fase.  Fragmentos de cerámica de esta fase también fueron encontrados el sitio de Ixtapa en los niveles inferiores de una trinchera excavada en el montículo #9.  Algunos fragmentos de vasijas de este lugar tienen la forma de tecomate y están pintados de color rojo o anaranjado.  También en este contexto se encontró un fragmento de cerámica decorado en el exterior de un estilo muy Capacha, con pintura roja en un área separada de otro área decorada con incisiones puncionados, por una tirilla levantada de cerámica pastillaje.

   Hay restos de la fase Ixtapa Temprano en algunos otros sitios en el municipio de Puerto Vallarta, pero especialmente en el sitio de La Pedrera (PV-28).

   El sitio de La Pedrera se encuentra hoy en día adentro de la zona urbana de Puerto Vallarta, a la orilla sur del libramiento.  El área de habitación prehispánica cubre la cima de una loma que se extiende al poniente hacia el mar como una península.  Se encuentra un arroyo (La Pedrera) justamente al norte de la loma, y hasta tiempos relativamente recientes había tierras pantanosas y lagunas más allá al norte del arroyo.

   Excavaciones en La Pedrera indicaron que el lugar fue habitado primero en la fase Ixtapa Temprano, y que de esta ocupación quedó hasta medio metro de depósito arqueológico en un lugar en el extremo oriente del sitio.  La mayoría de los fragmentos de cerámica de este depósito se encontraron muy erosionados, pero muchas vasijas tenían una boca muy grande en relación con el cuerpo, parecida a la forma de los cántaros encontrados en el depósito Ixtapa Temprano en el sitio de Ixtapa.  Unas figurillas del tipo Ixtapa Temprano también proceden de este depósito.  Los pocos tiestos decorados encontrados incluyen algunos pintados de rojo o anaranjado, así como fragmentos de cerámica pintada de un color rosa aparentemente del mismo tipo encontrado comúnmente en el depósito del Preclásico o Formativo Medio en San Blas, Nayarit, y escasamente en el depósito Ixtapa Temprano en Ixtapa.

   Dos muestras de carbón obtenidas del depósito Ixtapa Temprano en La Pedrera fecharon: 570 + 170 a.C., y 440 + 50 a.C., calibrada a 1005 a.C. a 195 a.C. con dl 95% de certeza, o sea aproximadamente 100 años más antiguo que el material de la fase Ixtapa Temprano en el sitio de Ixtapa.

Amparo (300 a.C. a 300 d.C.) [Preclásico Tardío]

   Aproximadamente 200 a 300 años después de la habitación Ixtapa Temprano en La Pedrera, el sitio fue habitado por indígenas que según parece participaron en dos grandes tradiciones arqueológicas de la costa del Occidente: la Tuxcacuesco y la Tumba de Tiro.  Creo que la fase Amparo tuvo su origen en la integración de estas dos tradiciones.

   Uno de los restos de tipo Tumba de Tiro más sobresalientes encontrado en La Pedrera (PV-28) fue una figura hueca, sentada con las manos en la cima de una rodilla levantada, con una nariguera en la nariz, la boca en forma de soplar, el cuerpo pintado de color rojo y la cara pintada de color blanco o crema.  Esta figura no fue depositada de ofrenda en una tumba de tiro y bóveda sino en una fosa, junto con un cuenco grande de color crema adentro y rojo afuera que había sido "matado" con una perforación en el centro del fondo.

   En otra excavación en la Pedrera (Fig. 3, pozo #2), hallamos una tumba de tiro y bóveda muy chica y sencilla.  El tiro llegó sólo a 70 cm. de profundidad en el subsuelo.  Adentro del tiro, encontramos una ollita depositada de ofrenda en la boca de una pequeña cavidad que probablemente tenía los restos de un infante.  El lugar de esta tumba fue marcado por una piedra blanca y lisa, igual como fue el caso de la fosa que tenía la figura hueca y el cuenco.

   Otros entierros de tipo fosa, siempre sin huesos porque se habían desintegrado, y también marcados con una piedra blanca y lisa, tenían ofrendas de cántaros rojos en forma de calabaza, del tipo comúnmente asociado con la tradición Tumba de Tiro en Nayarit.

   Sin embargo, en los lugares de otros entierros depositados en fosas encontramos tres cántaros de cerámica decorada con incisiones, así como un cántaro y un cuenco de cerámica decorada con un diseño en pintura roja sobre crema.  Ambos tipos decorativos están asociados con la tradición Tuxcacuesco en sitios en el valle de Tomatlán en donde cuatro fechas de radiocarbono colocan esta cerámica entre 190 a.C. y 300 d.C. (Mountjoy 1995a).  Cabe anotar que la decoración de la cerámica incisa en La Pedrera es muy parecida a la cerámica esgrafiada encontrada en el sitio de Morett en Colima, allá considerada como una variedad de Tuxcacuesco Inciso y fechada principalmente al período 90 a.C. a 170 d.C. (Meighan 1972).

   El cuenco rojo sobre crema había sido quebrado en el acto posterior de enterrar una olla funeraria grande. Adentro de esta olla encontramos la ofrenda de un cantarito no pintado.  Aunque es imposible comprobarlo, sospecho que este cantarito así como el otro encontrado en la tumba de tiro sencilla, servían de receptáculos para agua abastecida al alma del difunto para su viajo al mundo de los espíritus.

   También adentro de la olla funeraria encontramos fragmentos del borde de la misma olla, así como los fragmentos de un cuenco grande con decoración de pintura roja y crema que sirvió para cubrir la boca de la olla.  Estos fragmentos cayeron adentro de la olla cuando la parte superior de la olla se derrumbó.

   Aproximadamente 50 cm. al oriente de la olla funeraria nosotros hallamos la mitad de un cántaro rojo en forma de calabaza. Inmediatamente al sur del cántaro, encontramos una figurilla sólida de una mujer cargando un cántaro en la cabeza, acostada parcialmente sobre un plato con decoración incisa. La figura es de un estilo Tumba de Tiro de Nayarit, y el plato es del tipo Tuxcacuesco Inciso. Aparentemente, el cántaro rojo sirvió de ofrenda para un entierro, y fue quebrado a la mitad cuando la ofrenda de la figura y el plato fueron enterrados con otro entierro.  Descubrimos un tiesto del cántaro rojo adentro de la olla funeraria, y esto probablemente indica que la ofrenda de la figura y el plato fue depositada posteriormente a la olla funeraria.

   Todo parece indicar que esta parte del sitio de La Pedrera fue utilizada para cementerio por los indígenas durante una cierta fase cultural, y aunque marcaron los lugares de los previos entierros con piedras blancas, volvieron a excavar en los mismos lugares para enterrar nuevos difuntos en los mismos lugares de entierro anteriores.  Al parecer, el enterrar un difunto en una olla, fosa o tumba de tiro fueron opciones contemporáneas de este grupo.

   Otra ofrenda encontrada en el cementerio de La Pintada fue un silbato en la forma de un perro, y decorado con líneas de color crema sobre rojo.  El hoyo para soplar estaba localizado en el centro de la frente del perro, y el hoyo que produce el silbido estaba localizado entre los hombros del perro.  Silbatos en forma de animales son comunes en depósitos de la tradición Tuxcacuesco, y comparativamente raros en la tradición Tumba de Tiro.

   Creo que la presencia de ciertos rasgos de las tradiciones Tuxcacuesco y Tumba de Tiro en el sitio de La Pedrera apoya la idea de que hace 2,000 años el Valle de Banderas fue una zona fronteriza de estas dos tradiciones (Mountjoy 1998).  Como suele suceder en zonas fronterizas hubo intercambios de costumbres y objetos.  Puede ser que el intercambio resultó en parte de relaciones matrimoniales establecidas entre los dos grupos.

   A largo plazo, las diferentes formas de enterramiento, incluyendo el rasgo local de enterramiento en ollas u en otras vasijas de cerámica siguieron como opciones en la cultura indígena del Valle de Banderas.  A través del tiempo, las vasijas y las figuras de cerámica dejadas como ofrendas llegaron a tener algunas características de forma y decoración propiamente locales.  Creo que el sitio del Pozo de Doña Amparo (PV-67) es un sitio que representa este desarrollo local.

   El sitio de El Pozo de Doña Amparo tomó su nombre de la señora que encontró la primera tumba de tiro y bóveda hallada en la zona de Las Palmas.  Según los informantes locales, doña Amparo y otras dos mujeres estaban cortando hojas de nopales a un lado de una vereda que entonces atravesaba el sitio.  Allí, doña Amparo halló un lugar sumido, o un lugar con unas lajas clavadas en la tierra.  El día siguiente, ella regresó con sus dos hijos y varas de metal para explorar el lugar.  Quitaron las lajas y excavaron debajo de ellas, eventualmente logrando a perforar la bóveda de una tumba, rompiendo en el proceso dos figuras de cerámica grandes y huecas. De la misma bóveda, sacaron unos cántaros y cuencos no quebrados.

   Este hallazgo llamó la atención a unos hombres de Las Palmas que habían estado excavando, sin éxito, en busca de "monos" (figuras huecas de cerámica) para venderlas.  Cuando estos hombres se dieron cuenta que sí había tumbas locales con "monos" adentro, consiguieron los servicios de un "monero experto" de otro pueblo para ayudarles.

   El "monero experto" inspeccionó "el pozo de doña Amparo," y allí mismo encontró otra bóveda conectada al tiro pero al lado opuesto a la primera bóveda.  Esta segunda bóveda tenía una puerta formada de dos lajas grandes.  El "monero experto" y sus nuevos socios quitaron las ofrendas de esta bóveda.  Enseguida empezaron a excavar en la falda de la colina al norte de la tumba original en donde vieron algunas ofrendas a flor de tierra.  En este lugar hallaron aproximadamente 25 tumbas, muchas de ellas en forma de tiro y bóveda.

   Al acabar con la excavación de este cementerio, empezaron a explorar el área al suroeste del pozo de doña Amparo, hallando allí una tumba más de tiro y bóveda, en la orilla de la cima de una colina. Pero antes de terminar la investigación de esta parte del sitio, les llegó el aviso de un hallazgo de tumbas en un lugar llamado El Rincón, y decidieron cambiar su operación a ese nuevo sitio.

   Aprovechando la información que obtuvimos sobre las partes del sitio que no fueron exploradas por los saqueadores, empezamos excavando pocitos de prueba.  En esta manera pronto encontramos una tumba de tiro y bóveda en la cima de una colina (PV-67).  A la profundidad de apenas 5 cm en el tiro, nosotros hallamos fragmentos de una olla grande, posiblemente funeraria.  Al excavar alrededor de la olla, empezamos a encontrar fragmentos de huesos humanos.  Ampliando la excavación del tiro y siguiendo hacia abajo, hallamos los restos de por lo menos cuatro cuencos, todos con pintura de color rojo sobre crema, y una de ellos también con pintura negra en el borde.  Además, se halló el fragmento de una vasija con decoración incisa, del mismo diseño de triángulos rellenados de líneas cruzadas encontrado en La Pedrera, pero en este caso las líneas eran mucho más finas.  Adentro de uno de los cuencos mencionados encontramos un hueso quemado de un cráneo humano.

   Seguimos encontrando huesos humanos y fragmentos de cerámica hasta llegar al fondo del tiro, a 1.55 m de profundidad debajo de la superficie.  Los huesos encontrados en el tiro representan por lo menos dos adultos y dos sub-adultos. Por lo menos uno de los adultos fue de sexo masculino.

   En el lado norte del tiro, nosotros hallamos dos lajas chicas y delgadas que sirvieron para tapar la puerta de una bóveda.  Encontramos un grado chico entre el fondo del tiro y la entrada de la bóveda. Adentro de la bóveda, descubrimos los restos de por lo menos tres adultos y un sub-adulto, todos sin evidencia de ofrendas.  El análisis indica que los cuerpos de los difuntos fueron incinerados en diferentes estados de descomposición, sugiriendo que los cuerpos fueron almacenados hasta que todos fueron enterrados al mismo tiempo.

   En la ladera de otra colina, al norte de la primera tumba de tiro (PV-67, pozo #3), hallamos otro tiro, 1.1 m en diámetro, del cual salieron tres bóvedas.  Ninguna de las bóvedas tenía la entrada tapada con lajas.  Puede ser que las entradas de dos de las bóvedas estaban tapadas con algún material perecedero, quizá tablas de madera, o petates de fibra.  Aparentemente dos de las puertas fueros fijadas con piedras.  Algunas piedras, una de ellas la mitad de un metate, parecen haber caído adentro de una de las tumbas cuando la puerta se desintegró.  En esta bóveda encontramos un conjunto de huesos humanos incinerados y muy mal conservados, así como una tasa cilíndrica con decoración de triángulos alrededor del exterior de la boca de triángulos incisos llenados con líneas finas cruzadas.  En la segunda bóveda hallamos huesos humanos de un niño y un adolescente, sin evidencia de ofrendas. En la tercera bóveda no hallamos ni restos humanos, ni ofrendas, ni piedras en la entrada.

   Después de terminar la excavación de la tercera bóveda, seguimos la pista de unos tiestos de cerámica que se veían en el perfil noroeste de la excavación entre la segunda bóveda y la tercera bóveda.  A la distancia horizontal de 40 cm., encontramos el lado de una olla que midió 58 cm en diámetro.  La olla estaba enterrada en un pozo a la profundidad de 1.25 m.  Alrededor de la olla y adentro de la olla, hallamos objetos de cerámica y piedra que parecieron ser desperdicios de la vida cotidiana de los indígenas.  Estos restos incluyeron tiestos de vasijas de cerámica (decoradas con rayas rojas sobre color crema, y a veces con rayas negras también, así como otros con líneas incisas finas en el mismo estilo que la taza encontrada en la bóveda) raspadores de obsidiana, un núcleo de silex, martillos de cuarzo, piedras quebradas de fogones, y fragmentos de metates.  Se supone que la olla sirvió como urna funeraria, posiblemente para los restos de un infante, pero no detectamos huesos adentro de la olla.  Sin embargo, hallamos casi todos los tiestos de un cuenco muy grande que parece haber servido para tapar la boca de la olla.  El cuerpo de este cuenco estaba decorado con líneas rojas verticales, pintadas sobre color crema, y el borde pintado de color negro.

   Aunque todavía no tenemos fechas de radiocarbono para este material, el estudio tipológico y comparativo de la cerámica indica que estos restos son anteriores a los restos encontrados en las tumbas de tiro de El Reparito.

Reparito (300 d.C. a 600 d.C.) [Clásico Temprano]

   El saqueo del sitio de El Reparito (Fig. 1, sitio 45) tuvo lugar alrededor de 1970-1971, y empezó cuando uno de los señores que solía saquear tumbas, accidentalmente encontró una piedra de unos 80 cm de altura clavada en la tierra en la ladera de una colina (PV-45).  Sabiendo que tales piedras alargadas fueron de vez en cuando utilizadas por los indígenas para marcar el lugar de una tumba, ese señor consiguió ayuda de otros saqueadores y se pusieron a excavar debajo de la piedra, sacando tierra hasta la profundidad de 3 m en lo que resultó ser el tiro de una tumba del tipo tiro y bóveda.

   En el fondo del tiro, los hombres hallaron huesos humanos, figuras de cerámica, y otras ofrendas, Entonces, se empezaron a excavar en los lados del tiro, y en el lado del tiro hacia la subida de la colina hallaron dos lajas de piedra que tapaban la entrada de una bóveda.  Adentro de la bóveda encontraron cuatro o cinco entierros acompañados por muchas ofrendas, incluyendo figuras huecas de cerámica decoradas en la cara y en el cuerpo con pintura como si los diseños fueron tatuajes.

   De la primera tumba, los hombres siguieron excavando hacia arriba en la ladera de la colina, encontrando unas diez u once tumbas, por lo menos ocho de las cuales eran del tipo "tiro y bóveda." Algunas otras tumbas eran fosas o tiros sencillos sin bóveda.  Hallaron algunas tumbas que no tenían ni huesos ni ofrendas adentro, y una tumba que tenía solo un relleno de fragmentos de barro quemado.  Los excavadores reportaron haber encontrado una gran variedad de ofrendas de cerámica en las tumbas, incluyendo copas, ollas, braseros, cuencos, silbatos, pipas y malacates.  También hallaron muchos objetos de piedra, incluyendo espejos de pizarra con piritas, puntas de proyectil, y navajas de obsidiana.

   Los objetos de ofrenda de este sito fueron vendidos a un traficante de piezas arqueológicas que llevaba piezas encontradas en la zona de las Palmas a Guadalajara en una avioneta particular. Afortunadamente, una parte de la colección saqueada de el sitio de El Reparito fue retratada por un fotógrafo local antes de que se llevaran las piezas a Guadalajara, y tuvimos la suerte de encontrar una copia de la foto.  Gracias a esa foto, ha sido posible averiguar muchos de los datos relatados por los excavadores.

   Al inspeccionar el sitio de El Reparito, encontramos y registramos varias lajas de piedra que se encontraron tiradas en la ladera de la colina, y que los informantes reportaron que fueron puertas de las tumbas.  En la superficie de una de estas lajas descubrimos un diseño grabado que parece representar la figura de un animal, probablemente un perro, parado sobre un símbolo sencillo del sol.

   Empezamos nuestra excavación en el sitio de El Reparito a la orilla sureste de las excavaciones de saqueo, procediendo hacia el sureste (PV-45) en terreno supuestamente no explorado por los saqueadores.   Según nos informaron, ellos no excavaron en esta parte del sitio debido al cambio del subsuelo, de un tipo color amarillo que no dañaba la superficie de las ofrendas de cerámica, a un tipo de color rojizo que maltrataba la superficie de la cerámica, destruyendo así su valor comercial.

   Nuestra excavación llegó pronto a encontrar un tiro ovalado de 1.9 m de diámetro, y al fondo del tiro, a 1.8 m de profundidad, hallamos un conjunto de ocho lajas de río.  Enfrente de las lajas encontramos una herramienta de piedra que posiblemente sirvió para excavar el tiro.  Debajo de las lajas, hallamos fragmentos de huesos humanos y una ofrenda de dos vasijas de cerámica: una ollita roja; y un cuenco erosionado, en forma de calabaza.  Parece que este hallazgo se trata de una tumba de tiro sin bóveda.

   Continuando nuestra excavación hacia el sureste, encontramos un segundo tiro.  En el fondo de este tiro, a la profundidad de 2.45 m debajo de la superficie, hallamos dos lajas grandes de río sirviendo de puerta para sellar una bóveda.  El espacio entre las dos lajas, así como la orilla alrededor de las lajas fueron sellados con fragmentos de tepetate y piedras chicas.  Enfrente de la puerta de lajas, encontramos un conjunto de huesos humanos quemados, probablemente del cuerpo de un sub-adulto.  El análisis del carbón encontrado en asociación con estos huesos dio una fecha de 340 d.C. + 60 años, calibrada a 330 d.C. a 585 d.C., con el 95% de certeza.

   En el otro extremo del fondo del tiro, hallamos una ofrenda de cuatro vasijas de cerámica y un malacate. Toda la cerámica estaba erosionada por el subsuelo rojizo y el agua que acumulaba en el fondo del tiro, y tres de las vasijas estaban quebradas por el peso de la tierra que llenaba el tiro.  El grupo de vasijas incluía un cántaro anaranjado con tres soportes, un cuenco y un cántaro de decoración rojo, negro y blanco sobre anaranjado, y un cuenco rojo.  La cerámica policroma parece tener vínculos con la cerámica policroma tipo Amapa (de la fase Amapa) encontrada en el sitio de Amapa, Nayarit (Meighan 1976) y la cerámica Los Cocos en la zona de San Blas, Nayarit (Mountjoy 1970a, 1970b).

   En la pequeña bóveda atrás de las lajas, hallamos un conjunto de huesos incinerados que parecía como si fuera pasta de dientes, y dos vasijas de cerámica muy erosionadas: un cuenco sin decoración; y otro cuenco con pintura blanca y anaranjada.

   En otras excavaciones que hicimos en El Reparito exploramos dos tumbas de tiro y bóveda que habían sido saqueadas.  La entrada a la bóveda de una de estas tumbas había sido sellada con un muro de cantos de río.  Los huesos asociados con la bóveda saqueada indicaron que el enterramiento consistió en por lo menos un adulto y dos sub-adultos.  Uno de los sub-adultos tuvo apenas cinco o seis años de edad.  Los cuerpos de los difuntos habían sido incinerados, y cuando los huesos todavía estaban cubiertos con carne.  Los saqueadores habían dejado dos de las ofrendas: un cuenco quebrado del tipo llamado Gavilán Policromo en el sitio de Amapa, Nayarit (Meighan 1976), y un cilindro perforado de piedra rojiza volcánica, decorado con incisiones.  Cerca de la entrada a esta tumba, casi enfrente de la entrada, encontramos fragmentos de pizarra de dos espejos del tipo pizarra con piritas, que posiblemente fueron sacadas de esta tumba.

   En los remanentes del saqueo de la otra tumba de tiro y bóveda nosotros hallamos los huesos incinerados de por lo menos un adulto y dos sub-adultos, y dos puntas de proyectil de obsidiana.

   En otro lugar del sitio (PV-45) hallamos una bóveda chica, no saqueada, con huesos humanos incinerados adentro, sin evidencia de ofrendas.

   Otro sitio que parece haber tenido una ocupación importante durante la fase El Reparito, así como posterior a esta fase, es el sitio de Los Braziles (Fig. 1, sitio 75; Fig. 6).  Aunque no hay evidencia ni de los exploradores locales, ni de nuestras excavaciones que haya habido alguna vez tumbas de tiro y bóveda en este sitio, el sitio tiene un centro ceremonial muy parecido a los centros ceremoniales llamados "Guachimontones" en el altiplano de Jalisco, localizados especialmente en las faldas del volcán de Tequila (Weigand y Beekman 1998).

   El Guachimontón de Los Braziles está localizado en la cima de una loma alta y la construcción consiste en nueve montículos (8 chicos y uno grande) colocados en un círculo alrededor de una plaza en el centro de la cual se encuentra otro montículo chico (Fig. 6).  Excavamos una trinchera en uno de los montículos del círculo (#2), hallando en el relleno de construcción dos fragmentos de cerámica rojo sobre anaranjado aparentemente de la fase Reparito.  En la parte habitacional del sitio hallamos muchos tiestos de cerámica aparentemente de la misma fase.  Por eso, el Guachimontón tiene que fechar a la fase Reparito, o posterior a esa fase.

Llanitos (600 d.C. a 1100 d.C.) [Clásico Tardío]

   Hay varios sitios en el llano o meseta al sur del pueblo de Ixtapa que parecen tener restos de esta fase.  Uno de ellos es el sitio de El Llanito del Tanque (PV-25).  En este sitio excavamos adentro de una estructura (#6) en donde encontramos un piso y una banqueta formados de arcilla quemada, con una vasija de cerámica decorada con diseños rojo sobre anaranjado, probablemente de la fase Reparito.  Pero también en esta excavación hallamos tiestos de cerámica incisa, rojo sobre bayo, comales, ollas de labio grueso, cuencos con agarraderas chicas saliendo del borde, y figurillas planas, incisas con la nariz como hocico de puerco, todos que parecen pertenecer a la fase Llanitos. Aparentemente se trata de una estructura rectangular de la fase Reparito que fue atravesado diagonalmente por otra estructura de la fase Llanitos, dejando una estructura arqueológica triangular, compuesta de restos de dos fases.  No sabemos a cual fase las otras estructuras del sitio pertenezcan.  Ellas incluyen una plataforma grande con un montículo ceremonial alto que está asociada con una plaza sumida cerca del centro de la plataforma.

   Registramos tres sitios (PV-19, 20, y 21) que parecen pertenecer a la fase Llanitos en otra meseta o llano, El Palmar de Santo Domingo, que queda al lado oriente del Arroyo Santo Domingo.  Los sitios 20 y 21 se encontraron especialmente bien conservados, y son notables por su planificación que incluye muchos cuartos contiguos, plazas y montículos ceremoniales.  Hay pocos fragmentos de cerámica en la superficie de estos sitios, tal vez en parte debido a su buen estado de conservación. Pero tampoco hallamos muchos tiestos en varios pocitos de prueba que excavamos en el sitio de PV-21.  Sin embargo, obtuvimos una buena muestra de cerámica de la excavación de una trinchera en el centro de una plataforma habitacional (estructura #11) en el sitio de PV-19, incluyendo algunos fragmentos de cerámica de la fase Reparito, así como otros fragmentos de la fase Llanitos.  Además, hallamos varios artefactos de piedra, incluyendo cuatro navajas prismáticas de obsidiana. Navajas prismáticas casi siempre están asociadas con la fase Aztatlán.  Así, la presencia de ellas en un contexto de la fase Llanitos quizá indica una relación de intercambio entre gente Llanitos en las mesetas, y gente Aztatlán establecida en el sitio de Ixtapa localizado en las tierras aluviales a la orilla del río Mascota.

   Sospecho que varios sitios en los llanos altos al sur de Ixtapa estaban habitados cuando llegaron colonizadores de la cultura Aztatlán para establecer un centro ceremonial y administrativo en Ixtapa. Además, sugiero que la cultura Aztatlán que se estableció alrededor de 900 d.C. en otros lugares de la costa, como en Amapa, Nayarit, tardó tanto en establecerse en el Valle de Banderas debido a que el valle estaba altamente poblado en el Clásico Tardío por gente de la fase Llanitos, y que esta gente resistió la penetración Aztatlán por más tiempo que la gente en otros valles costeros no tan poblados, como tal vez fue el caso en el valle del río Tomatlán..

   La exploración del perfil del montículo #1 en el sitio de Ixtapa (PV-1) reveló la existencia de un montículo o plataforma ceremonial tapada posteriormente por una construcción más grande, probablemente en el Postclásico.  En la misma excavación al pie del perfil de la pirámide en donde destapamos restos de la fase Ixtapa Temprano, hallamos evidencia de la construcción de un montículo o plataforma ceremonial de la fase Llanitos.  Este montículo midió 25 m de diámetro y 3.5 m de alto, y fue construido de cantos rodados de río y relleno de tierra (sistema de construcción tipo "caja"), con varias capas delgadas de arcilla en la cima.

   Debajo de esta plataforma y descansando en la cima del depósito de material de la fase Ixtapa Temprano, hallamos una capa con mucho carbón y abundantes artefactos de cerámica y piedra.  Esta capa parece ser lo que quedó del desmonte y el emparejamiento del terreno para construir la plataforma.  En esta misma excavación encontramos una zanja que parecía formar parte de un círculo.  Esta zanja, llena de trozos grandes de madera quemada, muchos fragmentos de cerámica y artefactos de piedra, parece haber servido de quebranta fuego durante la obra de cortar y quemar el monte.  El carbón y los artefactos quedaron adentro de la trinchera al emparejar el área en preparación para construir la plataforma.  Una muestra grande de carbón de un sólo árbol dio una fecha de 770 d.C + 50 años, calibrada a 705 d.C. a 980 d.C., con la certeza del 95%, indicando aproximadamente cuando la plataforma fue construida.

     En el sitio de PV-111 nos tocó rescatar datos sobre un horno prehispánico que fue utilizado para hornear cerámica del tipo Llanitos Rojo/Bayo.  Una muestra amplia de carbón del horno nos dio una fecha de 680 d.C. + 50 años, calibrada a 660 d.C. a 880 d.C. con el 95% de certeza.

Aztatlán (1100 d.C. a 1200 d.C.) [Postclásico Temprano]

   Parece que la plataforma ceremonial de la fase Llanitos en el sitio de Ixtapa fue tapado con un montículo piramidal por gente de la fase Aztatlán.  La zona residencial de la gente elite de esta fase en Ixtapa fue localizada en la parte sur de otro montículo piramidal #8 probablemente también construida por gente de la fase Aztatlán.  En esta área excavamos adentro de dos cuartos de una casa (PV-1, estructura 26) que tenía por lo menos cinco cuartos, todos separados por muros anchos construidos de cantos de río.  En el cuarto #1, a la profundidad de 30 cm., que fue aproximadamente la profundidad de la base del muro, nosotros hallamos un piso delgado de arcilla gris que había sido endurecido por fuego, y que tenía fragmentos de arcilla quemada y fragmentos de carbón en la cima del piso.  Hallamos relleno de construcción debajo de este piso, y de este contexto obtuvimos una muestra de carbón que fechó 1150 d.C. + 80 años, calibrada a 1035 d.C. a 1305 d.C. con la certeza del 95%.  Del depósito de relleno, el 89% de los tiestos decorados que pudieron ser asignados a una fase cultural pertenecían a la fase Aztatlán, y los otros tiestos eran de fases anteriores.

   Hallamos un total de 350 tiestos de cerámica decorada Aztatlán en las excavaciones que hicimos para explorar esta estructura. El 77% de la cerámica decorada Aztatlán fue de decoración rojo sobre bayo, el 11% rojo sobre bayo inciso, el 6% inciso, el 3% fragmentos de braseros o incensarios, el 2% negro sobre bayo, y el 1% rojo y anaranjado sobre bayo inciso. En asociación con los tiestos decorados Aztatlán, hallamos 88 navajas prismáticas de obsidiana fina, 37 tiestos de molcajetes, 5 fragmentos de figurillas tipo Mazapán hechas en moldes, 4 tiestos de comales, 2 fragmentos de silbatos, y 1 malacate.

   El cementerio para la gente elite del sitio se encontró en la estructura 5 (PV-1). En el extremo poniente de este montículo logramos excavar un pozo de 4 m por lado.  Desafortunadamente, hace años el dueño de esta parcela cultivó la tierra con unos discos grandes que penetraron al nivel de los entierros y sus ofrendas, rompiendo los huesos y las ofrendas.

   De todas maneras, logramos encontrar suficientes fragmentos de algunas de las ofrendas para armar unas de ellas, incluyendo: un incensario tipo "sartén" con decoración rojo sobre bayo de puntos y diseños en forma de X en el exterior del receptáculo, una perforación en forma de cruz en el centro del receptáculo para dejar entrar aire por el fondo, y un mango hueco que gracias a bolitas de cerámica adentro funcionaba de sonaja; un cuenco con decoración de rojo sobre bayo inciso en una banda exterior con elementos tipo códice, y tres soportes globulares tipo sonaja; y un incensario cilíndrico grande, cubierto con protuberancias cónicas en el exterior.  Además, hallamos muchos fragmentos de otros incensarios quebrados, algunos de ellos con diseños de pastillaje dentado, así como muchas navajas prismáticas de obsidiana fina. Una muestra de carbón de este deposito dio una fecha de 1140 d.C. + 70 años, calibrada a 1035 d.C. a 1295 d.C., con la certeza del 95%.

   Otro de los montículos ceremoniales en Ixtapa que fue construido durante la fase Aztatlán es la estructura 2 (PV-1), llamado por nosotros "el montículo de las estelas" por haber tenido originalmente seis estelas rústicas colocadas al pie sur del montículo.

   De nuestra excavación en la cima del montículo conseguimos dos muestras de carbón que entregamos para fechamiento.  Una muestra procedió de una capa delgada de relleno encontrado entre dos pisos de arcilla quemada, y dio la fecha de 1150 d.C. + 90 años, calibrada a 1035 d.C. a 1305 d.C., con la certeza del 95%.  La segunda muestra procedió de una área amplia de carbón que se halló a un nivel superior a los pisos mencionados y que dio una fecha de 1145 d.C. + 65 años, calibrada a 1030 d.C.-1320 d.C. a 1350 d.C.-1390 d.C. con el 95% de certeza.  Este carbón tal vez representa la destrucción por fuego de una estructura Aztatlán que estaba en la cima del montículo.  Después, este montículo fue reutilizado por gente local durante la fase Banderas.

   Encontramos restos de la fase Aztatlán en 34 de los 110 sitios registrados en el municipio de Puerto Vallarta.  La cerámica decorada consiste principalmente de cinco tipos: rojo sobre bayo, negro sobre bayo, inciso, rojo sobre bayo inciso, y rojo y blanco o anaranjado sobre bayo inciso, todos estos tipos característicamente con una banda de decoración de elementos geométricos alrededor del exterior o del interior de la vasija.  Esto parece indicar una difusión rápida y de relativamente poca duración para el material de la fase Aztatlán.

   Este concepto está reforzado por otro hallazgo Aztatlán, intruso, en los depósitos más antiguos del sitio de La Pedrera (PV-28, pozo #1).  Se trata de una olla grande, probablemente funeraria, que tenía casi puro material Aztatlán adentro de la olla, así como adentro del pozo que fue excavado por los indígenas para su enterramiento.  En este contexto encontramos 41 fragmentos de cerámica Aztatlán rojo sobre bayo, 15 fragmentos de cerámica Aztatlán rojo sobre bayo inciso, 8 fragmentos de cerámica Aztatlán negro sobre bayo, 1 fragmento de cerámica Aztatlán inciso, y 2 fragmentos de figurillas Mazapán.  Además, de esta excavación, recuperamos 14 navajas prismáticas de obsidiana.

   La cerámica Aztatlán rojo sobre bayo inciso encontrada adentro de la olla incluye un cuenco que se pudo armar de los fragmentos individuales.  El exterior de este cuenco tiene dos bandas incisas y un total de ocho diseños tipo códice, algunos de ellos casi idénticos a diseños en cerámica Aztatlán encontrada en un montículo mortuorio en el extremos norte de Sinaloa, en el sitio de Guasave (Ekholm 1942).  Una muestra de carbón que obtuvimos de adentro de la olla dio una fecha de 1160 d.C. +  60 años, calibrada a 1155 d.C. a 1295 d.C., con la certeza del 95%.

Banderas (1300 d.C. a 1600 d.C.) [Postclásico Tardío]

   Después de la colonización Aztatlán en el valle de Banderas, se desarrolló una fase local (Banderas) que fue parcialmente derivada de, o fuertemente influenciada por, la cultura Aztatlán.  Fue la cultura indígena de esta fase que los españoles encontraron cuando llegaron por primera vez al valle de Banderas.  Esta fase se distingue en parte por cerámica decorada con diseños no de tipo Aztatlán, de pintura anaranjada sobre bayo, anaranjada y negra sobre bayo, y anaranjada, negra y blanca sobre bayo, así como figurillas anaranjadas no de tipo Mazapán, aunque también fueron fabricadas en moldes.

   En el sitio de Ixtapa, una excavación en la estructura 2 (montículo de las estelas) (PV-1) reveló una transición entre la cerámica decorada de la fase Aztatlán y la cerámica decorada de la fase Banderas.  Se trata de una reutilización del montículo en tiempos post-Aztatlán, probable alrededor de 1200 d.C., después de que la estructura Aztatlán que estaba en la cima del montículo fue destruida por fuego.  Esta reutilización consistió en excavar un pozo redondo en la cima del montículo para enterrar una estela chica y rústica, y después rellenar el pozo y cubrir el lugar con una plataforma chica delimitada con cantos de río y tapada con arcilla. Alrededor de esta plataforma los indígenas de la fase Banderas colocaron 17 ofrendas de vasijas de cerámica, muchas de ellas conteniendo huesos incinerados de niños que posiblemente habían sido sacrificados.

   Dos de las vasijas fueron cuencos con decoración de rojo sobre bayo o de negro sobre bayo en el interior.  La decoración del cuenco rojo sobre bayo consistió en tres líneas paralelas arriba y abajo de una banda muy angosta de un sólo motivo geométrico de "S" acostada repetido horizontalmente adentro de la banda.  La decoración en el centro del cuenco tiene la forma de una estrella de ocho picos decorados adentro con punteados rojos.

   La decoración interior del cuenco negro sobre bayo consistió en cuatro líneas paralelas arriba y abajo de una banda muy angosta adentro de la cual había líneas rectas, diagonales, arcos y espirales, y en el fondo trazas de un diseño de una forma no aparente.

   Otro cuenco que fue depositado como ofrenda tenía decoración tipo Banderas de anaranjado y negro sobre bajo en un diseño que incluía dos líneas paralelas formando una banda adentro de la cual había una línea ondulante con un punto en cada espacio entre las ondulaciones individuales, y en el fondo dos líneas cruzadas.  Algunas otras ofrendas tenían la misma pintura anaranjada, o decoración de anaranjado y negro sobre bayo, tipo fase Banderas.

   Frente a la plataforma se encontró un altar construido con piedras, algunas de las cuales eran fragmentos de dos estelas tipo laja, probablemente de la fase Aztatlán, que fueron reutilizadas en la construcción del altar.

   Es importante anotar que este montículo fue renovado una vez más durante la fase Banderas, después de que las ofrendas habían sido depositadas alrededor de la plataforma chica.

   Durante la fase Banderas, la habitación indígena en el sitio de Ixtapa alcanzó a una extensión de aproximadamente 50 hectáreas, y aún más grande si se incluye la extensión de la zona habitacional inmediatamente al oriente del Arroyo Santo Domingo (PV-29).  Los habitantes de Ixtapa siguieron utilizando algunos de los monumentos construidos durante la fase Aztatlán, y levantaron algunos nuevos montículos chicos de arcilla y piedra, como la estructura 6 (PV-1) en cuya cima llevaron a cabo ritos religiosos de quemar incienso en incensarios rústicos, y dejar ofrendas en pequeños cuencos anaranjados.

   La gente de la fase Banderas fabricó joyería de piedra serpentina color crema, roza, azul-gris o verde en algunas unidades habitacionales en la orilla oriente del sitio de Ixtapa (PV-1), y en la zona habitación que quedaba inmediatamente al oriente de Ixtapa, al otro lado del Arroyo Santo Domingo (PV-29), así como en por lo menos otros dos sitios adentro del municipio.   En estos lugares encontramos piedras de serpentina que revelan todo el proceso de cortar y pulir la piedra para fabricar principalmente cuentas y unos cilindros que posiblemente sirvieron de adornos para el pelo.

   En la fase Banderas la población indígena aumentó bastante en la parte sur del valle de Banderas, y esto se ve en varios sitios incluyendo, por ejemplo, Ixtapa (PV-1), Las Juntas (PV-2), La Soledad (PV-4), El Cantón (PV-7), La Mesa del Huiscoyul (PV-15) y El Ranchito (PV-33).  Además, los indígenas llegaron a poblar varios lugares muy retirados en la sierra, como La Mesa del Veladero (PV-43), aunque en ciertas instancias estos poblados pudieron haber sido establecidos después de la llegada de los españoles, como pueblos de refugio.

   En los poblados de la fase Banderas hay cimientos de casas rectangulares y/o redondas, asociados a menudo con metates del tipo "güilance" en forma de abrevadero que sirvieron para moler el maíz.  También se encuentran montículos pequeños que probablemente funcionaron como altares o adoratorios, y quizá a veces para enterrar restos humanos con ofrendas.  En algunos sitios se encuentran estelas rústicas de piedra que los indígenas utilizaron en ritos que probablemente fueron relacionados con la adoración del sol, y a veces se encuentran piedras con diseños grabados.  Muchos de los grabados probablemente resultaron de ritos para conseguir el agua de la estación lluviosa.  Sin embargo, hay algunos grabados que parecen representar un animal, posiblemente el tigre (PV-44), y estos posiblemente representan algún otro aspecto de la religión indígena.

   Al juzgar por la cerámica proveniente de algunos de estos sitios, ciertos poblados de esta fase tenían relaciones con un asentamiento grande localizada en los alrededores del pueblo actual de Santa Cruz, al sur de San Blas, Nayarit.  Los indígenas que vivían entonces en el área de Santa Cruz parecen haber fabricada una cerámica que fue decorada con diseños en negro sobre bayo, y se han encontrado fragmentos de esta misma cerámica en sitios como Ixtapa (PV-1), Las Juntas (PV-2) y La Mesa del Temascal (PV-32).

   Hay pocos datos históricos o arqueológicos sobre la conquista española de los indígenas en el municipio de Puerto Vallarta.  Sin embargo, en dos sitios (PV-33 y 62) hay evidencia de lo que puede ser la terminación de la cultura indígena local.

   En el sitio de El Ranchito (PV-33) hallamos restos de cinco esculturas antropomorfas de piedra volcánica en un pozo (pozo #1).  Algunos de los fragmentos de las esculturas muestran quebraduras aparentemente producidas por un fuego de muy alta temperatura.  En algunos casos se ve que el fuego vitrificó la superficie de la piedra.  Así mismo, en el pozo se encontraron muchas otras piedras quemadas y quebradas, pedazos de carbón, y algunos fragmentos de cerámica de la fase Banderas.

   Sugiero que los restos de las esculturas resultaron de la destrucción que los españoles hicieron a los "ídolos" que encontraron en posesión de los indígenas, aunque no se sabe si los restos en el pozo representa el enterramiento directamente de los restos de esta destrucción o la reutilización de los fragmentos de "ídolos" destruidos en un horno que posiblemente servía para cocer agave.  Sin embargo, una muestra de carbón de este contexto dio una fecha de 1550 d.C. + 60 años, calibrada a 1435 d.C. a 1660 d.C., con el 95% de certeza.

   Hallamos parte de otra escultura antropomorfa en la superficie del mismo sitio, en otro lugar, a unos 120 m al suroeste del pozo arriba mencionado (PV-33, pozo #3).  Excavamos la cuarta parte del interior de una casa cuadrada en este lugar, y el 80% de la cerámica decorada encontrada en el depósito de la casa fue de la fase Banderas.  También excavamos una trinchera al noreste de la casa, hallando en el proceso otro fragmento de escultura.

   A poco más de 20 m al sureste de esta casa nosotros hicimos una excavación de rescate (PV-33, pozo #2) de una olla de entierro la boca de la cual había sido tapada con una vasija cilíndrica, trípode, de cerámica Banderas Anaranjado, que había sido utilizada para tapar la boca de la olla después de que un intento de reparar una parte quebrada de la vasija cilíndrica había fallado.

   Otro sitio que estudiamos, La Mesa del Temazcal (PV-62), se encontró en un lugar que corresponde bastante bien a la ubicación del pueblo indígena de Quilitlán que fue registrado en el mapa de la Relación Geográfica de Compostela fechado a 1584 (Acuña 1988).  En este sitio el 99% de la cerámica decorada encontrada en la superficie fue de tipos de la fase Banderas.  Además, los restos de los cimientos de por lo menos ocho casas, así como muchísimos fragmentos de comales para cocinar tortillas, 48 metates y 40 manos de metate.  Estos restos se pueden interpretar como evidencia de un asentamiento de indígenas bajo el control de un encomendero español a que los indígenas tenían que dar un tributo de masa o tortillas.  Parece que este asentamiento fue abandonado aproximadamente 20 años después de haber sido registrado en el mapa de la Relación de Compostela.

 

Tabla 1. Fechamiento de depósitos arqueológicos en los municipios de San Blas, Puerto Vallarta, y Tomatlán, en la costa de Nayarit y Jalisco.

            Fecha                          Sitio                 Laboratorio                Fase Local          Tradición

    2100 a.C. + 100 años  Matanchén (SB-4)    UCLA-1652c             Matanchén         Arcaico

            (calibrada a 2420 a.C. a 1870 a.C., con el 95% de certeza; intersección 2130 a.C.)

    2000 a.C. + 100 años Matanchén (SB-4)     UCLA-1652a              Matanchén         Arcaico

            (calibrada a 2270 a.C. a 1720 a.C., con el 95% de certeza; intersección 1970 a.C.)

    1810 a.C. +  80 años  Matanchén (SB-4)     UCLA-1652e              Matanchén         Arcaico

            (calibrada a 1940 a.C. a 1520 a.C., con el 95% de certeza; intersección 1730 a.C.)

    820 a.C. +  70 años    El Conchal (SB-17)    INAH-497                   San Blas             Capacha

            (calibrada a 760 a 370 a.C., con el 95% de certeza; intersección 520 a.C.)

    725 a.C. +  80 años    El Conchal (SB-17)    UCLA-1451a              San Blas             Capacha

            (calibrada a 710 a.C. a 210 a.C., con el 95% de certeza; intersección 390 a.C.)

    710 a.C. + 80 años    El Conchal (SB-17)    UCLA-1652d               San Blas              Capacha

            (calibrada a 650 a.C. a 190 a.C., con el 95% de certeza; intersección 380 a.C.)   

    690 a.C. + 80  años    El Conchal (SB-17)    UCLA-1451b              San Blas              Capacha

            (calibrada a 350 a.C. a 110 d.C., con el 95% de certeza; intersección 100 a.C.)

    680 a.C. + 80  años    El Conchal (SB-17)    INAH-494b                 San Blas             Capacha

            (calibrada a 340 a.C. a 130 d.C., con el 95% de certeza; intersección 70 a.C.)

    625 a.C. + 50  años    El Conchal (SB-17)    INAH-492a                 San Blas             Capacha

            (calibrada a 820-680 a.C. a 760-550 a.C., con el 95% de certeza; intersección 790 a.C.)

    570 a.C. + 170 años   La Pedrera (PV-28)   BETA-83247               Ixtapa Temp.      Capacha

            (calibrada a 1005 a.C. a 195 a.C., con el 95% de certeza; intersección 770 a.C.)   

    440 a.C. +  50 años    La Pedrera (PV-28)    BETA-83246              Ixtapa Temp.      Capacha

            (calibrada a 600 a.C. a 400 a.C., con el 95% de certeza; intersección 415 a.C.)

    406 a.C. +  48 años    El Conchal (SB-17)    INAH-496                   San Blas              Capacha

            (calibrada a 360 a.C. a 150 d.C., con el 95% de certeza; intersección 40 a.C.)

    380 a.C. +  45 años    La Capilla (SB-16)     INAH-490b                 San Blas              Capacha

            (calibrada a 90 a.C. a 90 d.C., con el 95% de certeza; intersección 10 d.C.)

    300 a.C. +  80 años    Ixtapa (PV-1)              BETA-31460              Ixtapa Temp.       Capacha

            (calibrada a 415 a.C. a  100 a.C., con el 95% de certeza; intersección 370 a.C.)

    90 a.C. +  100 años    La Pintada II (Tom-5)UCR-496                    La Pintada      Tuxcacuesco

             (calibrada a 360 a.C. a 150 d.C., con el 95% de certeza; intersección 40 a.C.)

    30 d.C. +  100 años    La Pintada (Tom-4)    INAH-488                   La Pintada      Tuxcacuesco

             (calibrada a 160 a.C. a 340 d.C., con el 95% de certeza; intersección 80 d.C.)

    40 d.C. +  140 años    La Pintada (Tom-4)    INAH-489                   La Pintada      Tuxcacuesco

             (calibrada a 340-320 a.C. a 210-420 d.C., con el 95% de certeza; intersección 90 d.C.)

    170 d.C. +  130 años  La Pintada II (Tom-5)UCR-495                    La Pintada      Tuxcacuesco

              (calibrada a 40 a.C. a 550 d.C., con el 95% de certeza; intersección 240 d.C.)

    340 d.C. +  60 años    El Reparito (PV-45)   BETA-68304              Reparito         Tumba de Tiro

              (calibrada a 330 d.C. a 585 d.C., con el 95% de certeza; intersección 430 d.C.)

    680 d.C. +  50 años    CECYTEJ  (PV-111)  BETA-94778              Llanitos           Rojo/Bayo

              (calibrada a 660 d.C. a 880 d.C., con el 95% de certeza; intersección 720 d.C.;

                        745 d.C.; 760 d.C.)

    770 d.C. +  50 años    Ixtapa (PV-1)              BETA-31461              Llanitos           Rojo/Bayo

              (calibrada a 705 d.C. a 980 d.C., con el 95% de certeza; intersección 875 d.C.)

    1130 d.C. + 120 años El Ciruelo (Tom-24)   UCR-494                    Nahuapa         Post-Aztatlán

              (calibrada a d.C. 990 a d.C. 1400, con el 95% de certeza; intersección 1230 d.C.)

    1140 d.C. + 70 años   Ixtapa (PV-1)              BETA-62399              Aztatlán          Aztatlán

              (calibrada a 1035 d.C. a 1295 d.C., con el 95% de certeza; intersección 1225 d.C.)

    1145 d.C. +  65 años  Ixtapa (PV-1)              INAH-11/92                Aztatlán          Aztatlán

              (calibrada a 1030-1320 d.C. a 1350-1390 d.C., con el 95% de certeza; intersección

1250 d.C.)  

    1150 d.C. +  80 años  Ixtapa (PV-1)              BETA-31462              Aztatlán          Aztatlán

              (calibrada a 1035 d.C. a 1305 d.C., con el 95% de certeza; intersección 1250 d.C.)

    1150 d.C. +  90 años  Ixtapa (PV-1)              BETA-62398              Aztatlán          Aztatlán

              (calibrada a 1025 d.C.-1310 d.C. a 1360 d.C.-1385 d.C., con el 95% de certeza;

                        intersección 1250 d.C.)

    1160 d.C. +  60 años  La Pedrera (PV-28)    BETA-62396              Aztatlán          Aztatlán

              (calibrada a 1155 d.C. a 1295 d.C., con el 95% de certeza; intersección 1255 d.C.)

    1550 d.C. +  60 años  El Ranchito (PV-33)   BETA-62397              Banderas        Post-Aztatlán

              (calibrada a 1435 d.C. a 1660 d.C., con el 95 % de certeza; intersección 1510 d.C.;

1595 d.C.; y 1615 d.C.)

    1620 d.C. + 120 años El Ciruelo (Tom-24)   UCR-367                     Nahuapa         Post-Aztatlán

              (calibrada a 1400 d.C.-1890 d.C. a 1920 d.C.-1950 d.C., con el 95% de certeza;

                        intersección 1520 d.C.; 1580 d.C.; 1630 d.C.)

 

 

Bibliografía de Obras Citadas Arriba

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Agradecimientos

    Los datos que forman la base para esta página "web" resultaron de trabajos de campo y laboratorio que empezaron en el verano de 1986 cuando un ex-Presidente Municipal de Puerto Vallarta, Oscar Rosales, me invitó a inspeccionar sitios arqueológicos en el municipio con el propósito de evaluar el potencial científico y turístico de tales recursos.  Fue en aquel entonces que, guiados por Carlos Munguía Fregosa, vimos el gran sitio de Ixtapa, mismo que estaba en proceso de destrucción por obras de fraccionamiento.  Notifique al Instituto Nacional de Antropología e Historia sobre la destrucción que este patrimonio arqueológico estaba sufriendo, y hice planes para pasar el próximo verano en una investigación preliminar del sitio.

    Antes de poder iniciar el proyecto el próximo verano, el apoyo principal del proyecto, Oscar Rosales, falleció.  Entonces, Carlos Munguía Ofreció tomar el lugar de Oscar Rosales en apoyar las investigaciones planeadas.  Carlos y su esposa, Elena, hospedaron a mi y a mi familia en su casa en el verano de 1987, y ayudado por mi esposa, Emilia Gaitán, logré hacer un estudio preliminar de Ixtapa (PV-1).

    Seguí investigando Ixtapa en temporadas posteriores, y poco a poco empecé a registrar e investigar otros sitios arqueológicos alrededor de Ixtapa, eventualmente expandiendo las investigaciones a todo el municipio, hasta terminar la última temporada completa en 1994.  Posteriormente, comisionado por el I.N.A.H. Centro de Jalisco, he registrado e investigado algunos sitios más, especialmente cuando hubo la necesidad de alguna obra de tipo rescate.

    Aparte de las personas mencionadas arriba, quisiera agradecer el apoyo brindado al proyecto por el municipio de Puerto Vallarta que en varias ocasiones nos ayudó con trabajadores, vehículos, materiales, etc.  También agradezco a Ana Mendizábal, entonces la administradora del Museo del Cuale en donde se encuentran guardados todos los artefactos procedentes de nuestras investigaciones, algunos de los cuales puestos en exhibición al público.  Además, recibimos apoyo del I.N.A.H. Centro Regional de Jalisco, la Universidad de Guadalajara, el Consejo de Investigaciones de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, y en una temporada de ocho meses apoyo financiero de la Fundación Wenner-Gren para las Investigaciones Antropológicas.

    Este estudio no hubiera sido posible sin el apoyo también de ciertas personas claves en Ixtapa, especialmente Ignacio Ramírez, el Delegado de Ixtapa cuando empezamos las investigaciones, así como los dueños de los terrenos del ejido de Ixtapa quienes nos permitieron llevar a cabo nuestas investigaciones en el sitio.  También, muchas personas en Ixtapa y en otros pueblos y ranchos del municipio nos hicieron innumerables favores, llevándonos a sitios arqueológicos conocidos por éllos, permitiéndonos hacer investigaciones de varios tipos, y a veces donando piezas arqueológicas al proyecto.  Algunas de estas personas están mencionadas en el texto.

    La producción de esta página "web" nos ha llevado aproximadamente siete años.  Los estudiantes o asistentes míos que han contribuido a la obra a través de su trabajo en el laboratorio de arqueología del Departamento de Antropología en la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro se mencionan en la primera página del "web", en el orden de su participación en la producción de la página.